Ambas deportistas contemporáneas son ejemplo del adelanto sociocultural que sufrió España durante las primeras décadas del siglo XX.
La muerte de Blanca Fernández Ochoa reluce adjetivos de pionera para que las mujeres olímpicas hayan comenzado a hacer historia en el deporte español. Uno no duda que puso una piedra importante en el camino hacia esta borrachera de éxitos. No es para menos, logró la primera medalla olímpica femenina para la delegación española en los Juegos Olímpicos de Invierno de aquel mágico 1992.
Influencia de la Institución Libre de Enseñanza
Sin duda, resultó ser un hecho idóneo, pero no nos encontramos ante dos mujeres que deslumbraron gotas mágicas en un mar putrefacto rodeado de machismo. Una de ellas se llama Margot Moles y otra es Lilí Álvarez.
Sí, aquella época en la que España cabalgaba en el atraso social y cultural. Es cierto que el catálogo intelectual de la época republicana resultaba alentador, y la Generación del 27 es una prueba de ello. Uno de sus componentes, Antonio Machado, empezó a sembrar la curiosidad de ambas gracias a uno de los proyectos educativos más ambiciosos de la historia contemporánea: La Institución Libre de Enseñanza.
Fue promovida por profesor universitarios que se vieron relegados de sus funciones por reclamar su derecho de ejercer su libertad de cátedra, entre los que se encontraba el pedagogo Francisco Giner de los Ríos. Apostaba por una educación vinculada a la experimentación en la Naturaleza. También se buscaba reforzar los conocimientos originarios en diversas disciplinas para abrir el abanico de salidas profesionales.
No solamente destacaron el científico Severo Ochoa, el director de cine Luis Buñuel o el escritor Federico García Lorca como carne de la Residencia de Estudiantes. Margot Moles también dejó una impronta espectacular para nuestra cultura.
El Renacimiento español en forma de deporte
A día de hoy, ser polifacético no suele agradar a una sociedad que cada día se vuelve más consumista y valora únicamente la labor por la que cobras. Quiénes compaginan un oficio con una disciplina deportiva y/o cultural suelen golpearse en el pecho considerándose unos genios adelantados a su tiempo.
Lilí Álvarez, fusión de Javier Fernández, Ángel Nieto y Rafa Nadal.
Sin embargo, algunos pobres infelices no saben que hubo mujeres que rompieron esquemas. A día de hoy, permanecen en el olvido. Una de ellas es Lilí Álvarez. Nació en Italia allá por 1905 y pasó parte de su infancia en Suiza. La gran economía familiar le permitió estudiar en centros educativos prestigiosos, por lo que sus primeros contactos con la práctica deportiva fueron con el esquí y el patinaje.
Este hecho permitió que fuera la primera mujer española en participar en un torneo olímpico de invierno. Los Juegos Olímpicos de Invierno de Chamonix de 1924 fueron el escenario. Su periplo deportivo no iba a detenerse en las competiciones invernales, disputó los JJOO de París de 1924. Además, logró la primera medalla para el deporte femenino español junto a Rosa Torras en el doble de tenis.
Lili Álvarez. Imagen vía: La Vanguardia.
El deporte de la raqueta le ofreció las mejores alegrías. Pisó tres veces la final del mítico torneo de Wimbledon entre 1926 y 1928 y y venció la final de dobles de Rolang Garros de 1929 junto a la neerlandesa Kornelia Bouman. Su influencia deportiva no solamente rompió moldes en tenis y en deportes de invierno, ya que logró triunfar en el Motorsport. Venció en el en el Real Moto Club de Cataluña de 1924 a mandos de un Peugeot.
Cuando dejó la práctica deportiva, no perdió un ápice de su actividad. Fue corresponsal de guerra para Daily Mail entrevistando a Clara Campoamor y Victoria Kent. También colaboró para Arriba, ABC y La Vanguardia mientras reforzaba su obra literaria de trasfondo feminista en una España necesitada de libertad.
Margot Moles, ejemplo del destierro franquista
La enseñanza era un compañero de viaje en su hogar. Su padre, profesor de Ciencias Sociales en el Madrid de los años 20 le inculcó el valor del deporte. A diferencia de una Lilí conservadora adinerada, la propia Margot atesoraba ideología republicana y necesitó de docentes de la famosa Institución para que le motivaran a practicar deporte de manera amateur.
Su labor deportiva se extendió al hockey, natación y atletismo. Su versatilidad provocó que durante la década de los años 30 destacase también en el atletismo, el hockey y la natación. Antes de que estallase la Guerra Civil fue campeona de España de lanzamiento de disco, de peso y plusmarquista mundial de martillo, logrando un récord que se mantuvo hasta 1975.
En natación fue campeona de Castilla de 100 metros braza y con el Athletic Club de Madrid, equipo del que era capitana, consiguió en tres ocasiones el título nacional de España de hockey femenino.
Margot Moles. Imagen vía: El País
Su increíble labor deportiva le permitió ejercer como profesora de Educación Física en el Instituto-Escuela que le vio crecer académicamente. Sin embargo, su vida se fue al garete con la llegada de la Guerra Civil. Ni siquiera su matrimonio con Manuel Pina. Él, fue un combatiente republicano durante la batalla de Guadarrama.
Finalmente, la victoria del bando sublevado desembocó en el fusilamiento de su marido en 1942, su depuración como maestra y posterior destierro a la subsistencia mediante las labores domésticas del hogar preferidas por el régimen. A partir de ese momento, trató de huir de cualquier momento que le recordara su época de deportista y se tuvo que llegar a la Democracia para recibir homenajes debido a su trayectoria.
Dos biografías inspiradoras
Habiendo conocido con mayor profundidad a estas dos gigantes del deporte, podemos concluir que ser polifacético y luchar por sueños que parezcan casi imposible pueden hacerse realidad. De este modo, se debe normalizar en mayor medida y sobre todo, valorar a los deportistas que compaginan estudios y llegan a lo más alto en el deporte, y más en una época en la que los recortes de beca ADO han puesto en entre dicho el prestigio de la delegación española olímpica.
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