La serie "La otra mirada" ayuda a conocer a mujeres intelectuales españolas abocadas al olvido por el anonimato femenino que se ejerció en más de 40 años de Dictadura. El episodio de ayer recordó a una de las voces más autorizadas del primer tercio del siglo XX, Carmen de Burgos.
Sin duda, puede definirse como una mujer adelantada a su tiempo. Según los historiadores, nació en septiembre de 1867 en Rodalquilar (Almería), un año antes de la famosa Revolución Gloriosa de 1968.
Todo parecía entrever que su vida estaba basada en cumplir las "obligaciones" de toda mujer del siglo XIX y parte del XX, es decir, casarse y tener hijos. Celebró su matrimonio con el periodista Álvaro González Bustos. Este hecho le permitió colaborar con el medio Almería Bufa.
A pesar de compartir actividad intelectual y profesional con su marido, acabó abandonando su hogar y con la única hija que sobrevivió, María, por el pésimo funcionamiento de su matrimonio. De este modo, volvió a casa de sus padres en 1895.
Pero claro, si tuvo el valor de abandonar el camino convencional impuesto a las mujeres, no iba a permitirse el lujo de ser una mujer mantenida. Por lo tanto, huyó a Madrid para estudiar Magisterio, oficio que veía factible para su independencia económica.
De este modo, empezó a ejercer de maestra por oposición en la Escuela de Guadalajara en 1901 y no por vocación. Su gran pasión era la escritura, lo que le motivó a viajar por Europa para ver mundo mientras daba sus primeros pinos en la escritura bajo el pseudónimo de Colombine.
Escribió en ABC, Diario Universal, El Globo, El País o La Correspondencia de España, medio por el que se convirtió en la primera corresponsal de guerra española. Cubrió el conflicto bélico que estalló en Melilla allá por 1909.
Además, su inmersión en el mundo de la literatura le permitió situarse en la élite intelectual madrileña a principios de siglo XX. Su obra enmarca crónicas de viajes, cuentos, novela y ensayo, sobre todo este último género.
Carmen fue una de las precursoras del feminismo español, lo que supuso defender a ultranza el divorcio como medio de defensa de la libertad y el goce de la existencia. Este hecho provocó que tuviera confrontaciones con una Administración que no comulgaba con estos ideales innovadores.
No obstante, dichas ideas controvertidas en los años 20 supusieron un plus de progreso para una España que recibía a la II República con toda la esperanza del mundo. Por lo tanto, sus percepciones fueron plasmadas por el Partido Socialista para incluir en su carta magna el divorcio, el matrimonio civil y sobre todo, el voto femenino.
Junto a Clara Campoamor, propagó esta última medida que se iba a aprobar casi dos décadas después de haberlo hecho en el Reino Unido. Sin embargo, no presenció la aplicación de las medidas por las que tanto había luchado, ya que el 8 de octubre de 1932 sufrió una muerte repentina mientras preparaba una tertulia sobre educación sexual.
Sin duda, dejó un legado cultural envidiable que no ha tenido su valor necesario, ya que con la llegada de la dictadura franquista en 1939, todos sus libros fueron depurados, ya que el régimen los consideraba como peligrosos.
Este hecho es la prueba del atraso cultural e ideológico que sufrimos como sociedad. Muchas artistas españolas han quedado en el anonimato por el mero hecho de ser mujer y una prueba de ello es que un lector empedernido como yo haya sabido de su existencia hasta el día de ayer.
Además, muchos de los autores que hemos estudiado presenciaron una vida basada en dar tumbos sistemáticamente como es Miguel Hernández o de otros autores que solamente destacaron. Sin embargo, gente como Carmen que ha sido un todoterreno en la literatura, no se le ha dado el valor necesario.
A ver, uno comprende que un estudiante no tiene tiempo físico para estudiarse a todos los autores consolidados de nuestra literatura. Por lo tanto, es necesario que las administraciones educativas revisen que autores son conocimientos de estudio y ojo, si se incluye a más mujeres además de Rosalía de Castro en los programas curriculares, deben responder a un gran historial literario, y no por postureo feminista.