El distanciamiento definitivo entre Ainara y Armando
desembocó en la marcha de ambos del grupo. Este hecho alegró en gran medida a
Carolina, Jade, Abel y a servidor. Por fin podríamos hacer las quedadas
siguiendo una mayor democratización y por ende, no estaríamos sometidos a las
rabietas y a los deseos desmesurados de los basados en dejarse las muñecas en
los futbolines.
Así que, la motivación por iniciar las salidas del mes de
noviembre era intacta. Así que, nada más levantarme, mientras me leía El valor de educar de Fernando Savater
para la universidad, le mandé un mensaje a mi chica para saber si iba a quedar
con ella.
-Hola gatita, ¿vas a quedar o al final te vas de campo?
-Dios mío, que pesao. ¿Y
si te digo que no por cansino? –escribió dos horas más tarde mientras miraba
fijamente al Cola-Cao como fruto de su cansancio.
-Joer, es que
tengo ganas de que hagamos algo. Llevamos dos semanas sin quedar porque tuviste
cumpleaños con tu familia –respondí.
-Madre mía, que inmaduro, no sé cómo no te he mandado a la
mierda. Me tienes hasta el chichi. –contestó
tecleando mientras su respiración se
entrecortaba como antesala al llanto.
Era consciente de que una vez más, había vuelto a causar
otra discusión. Creía que haber dejado de compartir piso con Josué o haber
alejado a la gente tóxica del grupo desembocaría en la tranquilidad. Nada más
lejos de la realidad, los sofocones y el miedo a que la paciencia llegara su
límite se adentraron, pero claro, la falta de sangre ante la respuesta llegó a
responder algo escueto y que tratara salir del paso.
-Joer, no te pongas así, estemos bien.
-Mira, no repitas lo mismo que te bloqueo. Cada día estoy
más quemada –respondió mientras derrochaba lágrimas
Sin duda, había comenzado un curso nuevo en el que había
repetido por primera vez en mi vida. Después de haber evitado suspender un
mínimo de asignaturas y de haber salido de mi zona de confort en términos
sociales, sentía que estaba ante una nueva oportunidad para que mi vida cogiera
una dirección más exitosa y apasionante.
Para ello, estaba claro que había que ganársela y sin duda,
Jade era un pilar fundamental para construir todo lo que quisiera. La verdad es
que muchas veces decía lo que no quería oír, pero al final daba su opinión para
mi beneficio. La verdad es que me había
mandado a tomar viento con todo el merecimiento del mundo y si era un poco
hombre, solo tenía que asumir las consecuencias de mis actos.
Sin embargo, hay ocasiones en la que la suerte se convierte en tu aliado y no duda en echarte
un cable. Acababa de leerme el libro de
Savater y sentí que la filosofía me empezaba a interesar. Justo cuando me
disponía a sacar los apuntes de pedagogía, recibí una horda de vibraciones en
el móvil.
Supuse que sería mi grupo de clase porque las exposiciones
empezaban a invadir los días venideros.
Para sorpresa mía, era Jade. En ese momento,
los cachetes del trasero empezaron a unirse como dos imanes como acto reflejo
ante una noticia que dejase el corazón helado. Fui rápidamente a leer el
mensaje. Sentía un escalofrío enorme porque podría ser el fin de la relación.
Cerré los ojos conté hasta cinco y pensé: “que sea lo que toque”.
-Mira, soy una calzonazas, pero quiero hablar. No sé cómo lo
haces, pero siempre te sales con la tuya.
-Ehhh, no entiendo.
-Mira que al final me arrepiento. Cállate anda y hablemos de
otra cosa.
-¿De qué?
-Pues del partido de hoy. ¡Tan pesado hablando de fútbol con
Abel y ahora no dices nada! Cuéntame algo, ya que lo vamos a ver.
En ese momento, esbocé una sonrisa que resaltaba totalmente
en mi rostro. La vida da créditos sin que lo merezcas. Es un poco infantil
pensar que he sido un esperpento porque no he tenido los fallos típicos que
plasman todas series juveniles como ser un paranoico, alguien que se excede de
fiestero o que es el cabestro de turno que va arruinando la vida ajena.
Hay
muchos aspectos que también importan como son comportarse como un hombre y no
como un preadolescente. Y estaba claro que tenía esa asignatura pendiente. Pero
no todo era amargarse, y más si hablaban del tema que molaba.
-Pues lo veo difícil, el Atleti lleva unos años que nos
tiene tomada la medida. Y además, están siendo resultadistas contra equipos
pequeños. Cuando juegue contra uno bueno
se cagan –escribí totalmente motivado.
-No creo, a estos lo que le pasa es que son cómo tú el curso
pasado. Se tocan los huevos todo el año y cuando vienen las críticas y estás a
punto de irte a la mierda, aprietan.
-Sí, pero van primeros. La prensa al fin y al cabo que hacer para criticar.
-Hijo mío, que tonto eres. ¿No habías dicho que eran
resultadistas? Se te pegan las cuñadeces de Abel, ehhh. Una cosa u otra, tú en un blog puedes ir así
debatiendo.
Aquel calificativo de “tonto” me resultó de lo más
satisfactorio. Era señal de que había vuelto la armonía. No éramos partidarios
de homenajear a Federico Moccia y su novela A
tres metros sobre el cielo dedicándonos frases más pastelosas que la recién estrenada pizza de Kit Kat. Sin embargo, los cariñosos insultos basados en ser
tonto o decir que no me quería nada daban señal de que la química seguía
emergiendo en nuestras venas.
Así que, como antaño, quedamos enfrente del Auditorio
Municipal. Llegué por los pelos porque había acabado una entrada en el blog
sobre la última película que había visto en cines: No culpes al Karma de lo que te pasa por gilipollas.
Tenía una sed tremenda, por lo que le pedí parar un momento
en la Fuente Agria. Tal y como indica la nomenclatura del lugar, su líquido
elemento es agrio de sabor y la sensación es similar a chupar unas llaves.
Sin embargo, como buen puertollanero que soy, me la tomo con
la misma pasión que un alemán devora una cerveza. Justo al beberme de un trago
la botella que rellené, sentí que alguien me daba una palmada en el hombro.
Intuí que podría ser Jade, ya que no le dejé que bebiera ni un culín de agua.
Al girarme, no se trataba de ella, sino de Ainara, que nos
dio dos besos con una efusividad que nos extrañó. El rostro de Jade comenzó a
fijar su mirada en ella. Resultaba anormal su comportamiento después de haber
estado ignorando al personal y para colmo, creyendo que me había aliado con la
infidelidad amorosa. Estaba en lo cierto cuando escuchó estas palabras:
-Primines, en una
semana haré mi cumpleaños. Hoy lo celebraré con mi familia.
-Pero solamente los que estamos del grupo, o también tu
gente y tu chico Carlos. –solté mientras me arrascaba la barba y los mofletes
de Jade se estiraban ligeramente por ir al grano.
-Ehhh, mi chico no es Carlos –replicó extrañada.
-No me cuadra, si rechazaste a Armando, pues escogiste a
Carlos. Blanco y en botella.
-No primo, no te enteras, es Saúl.
En ese momento, como si de un búho se tratase, nos miramos
totalmente sorprendidos. Si creíamos que sus prácticas maquiavélicas dignas del
guionista de Mujeres y hombres y
viceversa habían tocado techo, estábamos totalmente equivocados. Además, lo
más esperpéntico es que se había comido sus palabras.
Dijo que “mandaría rodadamente a la mierda a Saúl y que
nunca lo perdonaría” y para colmo, no se decantó por dos hombres, sino por tres.
Había demostrado una vez que era la bruja Disney versión manchega, así que no
era fácil decidir si ir o no al cumple. Había que buscar la respuesta que
beneficiara a largo plazo.
-Y bueno, ¿qué día harás el cumpleaños? -contesté ante el ceño fruncido de Jade.
-Mmm, ¿os viene bien el sábado que viene?
-Sí, yo creo que todos podemos.
Bueno, tengo prisa, ya hablaremos, adiós corazones.
Si sus ojos fueran rayos láser, ya estaría fulminado al
haber comprometido a todo el grupo, así que tocaba justificarse, y no con la
boca pequeña. Después de la bronca acaecida a primera hora del día, no era plan
para volver a las andadas. Así que, había que argumentar con la contundencia
necesaria.
-Jade, antes que digas nada. Ya sé que no soy nadie para
meter a la gente en un sitio en el que nadie
quiere y debería haber pensado.
Pero es que tampoco vamos a ser los malos de la película. Recuerdo lo que
hablamos hace unos meses, “no los echamos, que se vayan ellos” –respondí mientras
caminábamos hacia la Plaza de la Asunción para hacer tiempo.
-¡Pero qué necesidad tenemos de aguantar a seres inertes! –exclamó
malhumorada.
-La misma que permita darle más motivos para ver de la
calaña que es, que nosotros demostremos que no nos haga gracia y vea que no
queremos cuentas con ellas.
-Vale, me parece muy bien, ¿pero porque tienes que hablar
siempre por los demás? Es que cabreas a la gente.
-Pero si iban a decir que sí por la misma razón que yo, para
no quedar mal y es un día.
-¿Y tú qué sabes? –preguntó alterando ligeramente su tono de
voz.
-Jade, no fastidies, sabíamos que todos aceptarían a
regañadientes para no ser un malqueda.
-Pues a lo mejor están harto y esto es la gota que colma el
vaso. Abel no quería más cuentas con ellos y si quieren, que ellos respondan.
En fin, tú sabrás. Te quejas de que los demás actuaban por ti y tú haces lo
mismo. –sentenció.
Sabía que tocaba
cambiar la mentalidad, pero dolía recibir tantos reproches. Es cierto que si
escuece, las heridas van sanando y si todo sana, se puede caminar con la
solvencia necesaria. Pero tocaba asumir paso a paso todos los reproches
recibidos con toda justicia. Para ello, era necesario despejarse viendo el
partido.
Además, el Real Madrid ganó 0-3
realizando un fútbol estupendo. Pasamos risas y celebramos con total
complicidad los goles. Sin duda, se notaba que éramos pocos (Jade, Luis, Abel,
Carolina y yo), pero nos sentíamos más cómodos que la persona que pone los pies
encima de la mesa del salón.
Aun así, mis predicciones se
cumplieron y optaron por ir al cumpleaños a regañadientes. Bueno, todos menos
Luis porque sabía que tendría la oportunidad de llenar su estómago
tridimensional sin gastarse ningún céntimo. A la semana siguiente, no fallamos
en nuestra cita con Ainara y para sorpresa nuestra, había dos invitados más.
Uno si era bien conocido por
nosotros. Se trataba de Javier que volvió a salir dos semanas después de haber
estado yendo al campo con su familia y otro era menos conocido. Carolina lo
presentó como su nuevo novio. Abel, en su afán de aparentar más educación que Felipe
II en la cumbre del G20, se dio a conocer.
-Soy Abel, encantado, ¿qué tal? –sonrió
agracidamente.
-Me llamo Christian, encantado.
-¿Y a qué te dedicas? –preguntó para
saciar su curiosidad maruja.
-Abel, tío, que esto no es un
interrogatorio de la Guardia Civil, pareces el típico suegro pesao. -dije al entrometerme en la conversación
-No pasa nada, lo puedo decir,
soy rapero –contestó con toda la serenidad del mundo.
En ese momento, se hizo el
silencio. Abel le miró extrañado, a mí se me vinieron a la cabeza muchos vídeos
en los que Auronplay se jactaba del sida musical que emerge en YouTube. Por un
lado, Ainara, Luis y Jade se miraban mutuamente para evitar la carcajada
escandalosa. Aunque no sea adecuado prejuzgar a la gente, ellos creían que sus
facetas artísticas tenían el mismo éxito que Josué en ingeniería. Por otra
parte, Carolina marchó al servicio porque sabía la que se le veía encima.
Hacía falta confirmar todos los
presagios, por lo que Ainara lanzó la pregunta esperada.
- ¿Puedes deleitarnos con alguna
de tus composiciones?
- Claro que sí.
Se levantó de la mesa, sacó el
móvil y buscó su último tema llamado “sigo mi camino” y comenzó a rapear la
siguiente letra:
-Yeee, jajajaj, yee. Sigo mi camino jejje. Aquí seguimos.
Venga peña. Para toda mi gente.
Aquí seguimos sin dormir,
sin comer,
sin descansar,
tú no me permites ligar
porque sabes que tú no puedes follar,
vamos a pasar,
tú me invitas a tu boda
porque te vas a casar,
anda maricón,
transexual,
te voy a matar
como lo hizo José Bretón
Una vez finalizada su actuación, teníamos los ojos como platos y no parábamos de echarnos miradas cómplices para ver quién era el primero en opinar sobre ese esperpento, o en su defecto, mojarse en toda su cara.