Poco a poco se iba volatilizando el rostro trasero de nuestros cuerpos en los ojos de Abel. Nació desde sus entrañas un sentimiento de emoción desgarrador al ver cómo sus idea era desechada sin ningún tipo de miramientos. Caminó sin rumbo por el Paseo de San Gregorio mientras que las luces cómo sinónimo de la inminente llegada de la Navidad enfocaban su rostro vacío.
Alejado del Paseo y viendo como los participantes del Survival Zombie se dirigían hacia los Salesianos, optó por cobijarse en casa del padre de Carolina. Suena gravemente incomprensible, pero sentía que era el receptor idóneo para descargar toda la basura que poseía en sus manos. En el fondo, era consciente de que iba a entrar en una guerra absurda sin cuartel en la que él quiso entrometerse.
Jade era la primera persona concienciada con la pataleta que había manifestado el propio Abel, por lo que me pidió que no accediera a su círculo vicioso basado en el victimismo más absoluto. Si uno reflexiona detenidamente, era necesario darle un escarmiento al muchacho, por mucho que doliera alejarse de él debido al amor de amigo. Hay ocasiones en los que uno necesita llevarse un chasco para espabilarse y esa era la elección deseada.
De este modo, marchamos a casa de Cristian con toda la sonrisa del mundo. Propuso ver una película, y mi idea era más que clara.
- ¿Tú tienes las películas que se encuentran ahora en cartelera?
- Claro, tío, me las bajo en una página pirata -contestó con todo el entusiasmo del mundo.
- Entonces, ¿tienes la peli 1898, los últimos de Filipinas?
Jade se entrometió en la conversación, y no dudó en dejar su impronta hacia mis ideas cinematográficas que no se correspondían en el contexto.
- Sergio, ¿en serio? Madre mía, como los abuelos, todo lo reflexivo. ¿De verdad que ese es un plan para estar con los amigos?
- Lleva razón, se trata de estar un rato viendo una película, para eso nos echamos unas risas. Esas películas son para que uno mismo se ponga a reflexionar solo sobre la historia putrefacta de España. -explicó Luis como cómplice del debate mientras compraba en el chino dos bolsas de Jumpers.
- No pasa nada, a mi me da igual, yo la que queráis. -respondió Cristian.
Finalmente, acabamos arrasando con toda la comida basura que existe en el chino mientras el perro del propio Cristian, Relámpago, que no se separaba de los hombros de un Luis que amaba a todo ser vertebrado de procedencia canina.
Cuando el dolor y la incertidumbre histórica se apoderaban de las interpretaciones de grandes artistas de nuestro cine como Luis Tosar o Javier Gutiérrez, empezó a resonar la sintonía de un celular. Todo hacía entrever que era el mío, por lo que Jade recurrió al reproche en un sentimiento de cansancio al ver que su chico ignoraba sus recomendaciones.
-Sergio, ¿no te había aconsejado que dejaras el móvil en silencio? ¿Seguro que piensas en darle el escarmiento?
- No, que no he sido yo, gatita, sí, parece raro, pero el móvil será de otra persona. Cuando toca ser tajante, lo hace con todas las consecuencias -respondí mientras me incorporaba, ya que la confortabilidad del sofá era tal, que me hubiera quedado dormido si hubiéramos contemplado una etapa de transición del Tour de Francia vez de haber puesto la producción histórica de tal calibre.
-Será nuestro querido Abelino, me acaba de escribir mi padre, que ha ido a su casa. Joder, a saber lo que ha dicho, menuda bronca me va a echar mi padre por mi culpa. Siempre hace lo mismo, le he dicho que estamos en casa de Luis, espero que el otro no haya tenido valor de chivarse -afirmó mientras sus palabras resonaban con un destacado titubeo.
- Tranquila que no va a ser así, yo voy a defenderte, tú no te preocupes -le tranquilizó Jade.
-Cari, si tengo que decirle cuatro cosas y luego hablar con tu padre, no tengo ningún problema -acentuó Cristian mientras le propinaba un beso de aire alentador.
- Gracias Jade. Cari, no fastidies, que se trata de solucionar el problema, y no de aumentarlo -contestó tajantemente devolviendo el beso con una caricia.
Jade necesitaba coger el timón y evitar que los malos vicios de la gente del grupo anterior se trasladaran al actual. Así que, no iba a dudar en transmitir lo que sentía con toda la certeza del mundo. Carolina y Abel estaban escribiéndose por Whatsapp y decidimos reencontrarnos en la Fuente de los leones.
Abel no paraba de rodear dicha fuente de los nervios. Sentía mucha rabia y no sabía como descargarla, así que, para hacer tiempo, nada más vernos, advirtió.
-Aviso, no voy a decir nada.
-Vale -respondió Jade de manera muy escueta.
Acto seguido, después de un silencio sepulcral, estalló la tormenta. Y no, no fue la propia Jade para comenzar a poner los puntos sobre las letras que lo demandaban, ni Carolina por haber entrometido a su padre que ni pinchaba ni cortaba en el asunto o incluso el propio Cristian para defender a su chica. Nada más lejos de la realidad, Abel comenzó a gritar como un energúmeno.
-No os da vergüenza hacer lo que habéis hecho, ¿en serio preferís antes a un desconocido en su casa que está en barrios gitanos que a mi? Sergio, ¿y tú qué? No te preocupas por tu amigo y sabiendo que tiene ansiedad.
- Mira Abel, deja de tocarme el coño. Tú deja de hablar de barrios gitanos que vives en la zona más quinqui de Argamasilla y hemos ido a tu casa sin pasarnos ni media. ¿Cómo puedes ser tan falso y tan niñato? Te quejas de que Armando no aceptaba otros planes y llegas tú, y a la primera, no solo lo aceptas, que te vas como un niño pequeño y vas a echarle la bulla al padre de Carolina. ¿Quién te crees que eres?, ¿tienes menos mentalidad que Pol, el primo de Víctor que tiene dos años? Ya me respondo yo, sí la tienes. -lanzó enérgicamente.
-Jade, a mi no me chulees. No es lo mismo. A mi me conocéis de hace mucho tiempo y necesitaba ayuda de un amigo. Déjalo, no lo entiendes -replicó a medida que iba levantando la voz.
- Mira Abel, me conozco ya tu papel de víctima. Y tu no necesitabas un amigo, tú querías a alguien para echar mierda sobre Carolina. Y no te lo vamos a consentir. O aceptas lo que proponemos todos, o te vas a tomar por culo. -contestó tajantemente mientras que Luis y yo agitábamos las manos para pedirle tranquilidad.
- ¿Has dicho que me vaya a tomar por culo? -gritó quedándose a escasos metros de la propia Jade.
Jade era la primera persona concienciada con la pataleta que había manifestado el propio Abel, por lo que me pidió que no accediera a su círculo vicioso basado en el victimismo más absoluto. Si uno reflexiona detenidamente, era necesario darle un escarmiento al muchacho, por mucho que doliera alejarse de él debido al amor de amigo. Hay ocasiones en los que uno necesita llevarse un chasco para espabilarse y esa era la elección deseada.
De este modo, marchamos a casa de Cristian con toda la sonrisa del mundo. Propuso ver una película, y mi idea era más que clara.
- ¿Tú tienes las películas que se encuentran ahora en cartelera?
- Claro, tío, me las bajo en una página pirata -contestó con todo el entusiasmo del mundo.
- Entonces, ¿tienes la peli 1898, los últimos de Filipinas?
Jade se entrometió en la conversación, y no dudó en dejar su impronta hacia mis ideas cinematográficas que no se correspondían en el contexto.
- Sergio, ¿en serio? Madre mía, como los abuelos, todo lo reflexivo. ¿De verdad que ese es un plan para estar con los amigos?
- Lleva razón, se trata de estar un rato viendo una película, para eso nos echamos unas risas. Esas películas son para que uno mismo se ponga a reflexionar solo sobre la historia putrefacta de España. -explicó Luis como cómplice del debate mientras compraba en el chino dos bolsas de Jumpers.
- No pasa nada, a mi me da igual, yo la que queráis. -respondió Cristian.
Finalmente, acabamos arrasando con toda la comida basura que existe en el chino mientras el perro del propio Cristian, Relámpago, que no se separaba de los hombros de un Luis que amaba a todo ser vertebrado de procedencia canina.
Cuando el dolor y la incertidumbre histórica se apoderaban de las interpretaciones de grandes artistas de nuestro cine como Luis Tosar o Javier Gutiérrez, empezó a resonar la sintonía de un celular. Todo hacía entrever que era el mío, por lo que Jade recurrió al reproche en un sentimiento de cansancio al ver que su chico ignoraba sus recomendaciones.
-Sergio, ¿no te había aconsejado que dejaras el móvil en silencio? ¿Seguro que piensas en darle el escarmiento?
- No, que no he sido yo, gatita, sí, parece raro, pero el móvil será de otra persona. Cuando toca ser tajante, lo hace con todas las consecuencias -respondí mientras me incorporaba, ya que la confortabilidad del sofá era tal, que me hubiera quedado dormido si hubiéramos contemplado una etapa de transición del Tour de Francia vez de haber puesto la producción histórica de tal calibre.
-Será nuestro querido Abelino, me acaba de escribir mi padre, que ha ido a su casa. Joder, a saber lo que ha dicho, menuda bronca me va a echar mi padre por mi culpa. Siempre hace lo mismo, le he dicho que estamos en casa de Luis, espero que el otro no haya tenido valor de chivarse -afirmó mientras sus palabras resonaban con un destacado titubeo.
- Tranquila que no va a ser así, yo voy a defenderte, tú no te preocupes -le tranquilizó Jade.
-Cari, si tengo que decirle cuatro cosas y luego hablar con tu padre, no tengo ningún problema -acentuó Cristian mientras le propinaba un beso de aire alentador.
- Gracias Jade. Cari, no fastidies, que se trata de solucionar el problema, y no de aumentarlo -contestó tajantemente devolviendo el beso con una caricia.
Jade necesitaba coger el timón y evitar que los malos vicios de la gente del grupo anterior se trasladaran al actual. Así que, no iba a dudar en transmitir lo que sentía con toda la certeza del mundo. Carolina y Abel estaban escribiéndose por Whatsapp y decidimos reencontrarnos en la Fuente de los leones.
Abel no paraba de rodear dicha fuente de los nervios. Sentía mucha rabia y no sabía como descargarla, así que, para hacer tiempo, nada más vernos, advirtió.
-Aviso, no voy a decir nada.
-Vale -respondió Jade de manera muy escueta.
Acto seguido, después de un silencio sepulcral, estalló la tormenta. Y no, no fue la propia Jade para comenzar a poner los puntos sobre las letras que lo demandaban, ni Carolina por haber entrometido a su padre que ni pinchaba ni cortaba en el asunto o incluso el propio Cristian para defender a su chica. Nada más lejos de la realidad, Abel comenzó a gritar como un energúmeno.
-No os da vergüenza hacer lo que habéis hecho, ¿en serio preferís antes a un desconocido en su casa que está en barrios gitanos que a mi? Sergio, ¿y tú qué? No te preocupas por tu amigo y sabiendo que tiene ansiedad.
- Mira Abel, deja de tocarme el coño. Tú deja de hablar de barrios gitanos que vives en la zona más quinqui de Argamasilla y hemos ido a tu casa sin pasarnos ni media. ¿Cómo puedes ser tan falso y tan niñato? Te quejas de que Armando no aceptaba otros planes y llegas tú, y a la primera, no solo lo aceptas, que te vas como un niño pequeño y vas a echarle la bulla al padre de Carolina. ¿Quién te crees que eres?, ¿tienes menos mentalidad que Pol, el primo de Víctor que tiene dos años? Ya me respondo yo, sí la tienes. -lanzó enérgicamente.
-Jade, a mi no me chulees. No es lo mismo. A mi me conocéis de hace mucho tiempo y necesitaba ayuda de un amigo. Déjalo, no lo entiendes -replicó a medida que iba levantando la voz.
- Mira Abel, me conozco ya tu papel de víctima. Y tu no necesitabas un amigo, tú querías a alguien para echar mierda sobre Carolina. Y no te lo vamos a consentir. O aceptas lo que proponemos todos, o te vas a tomar por culo. -contestó tajantemente mientras que Luis y yo agitábamos las manos para pedirle tranquilidad.
- ¿Has dicho que me vaya a tomar por culo? -gritó quedándose a escasos metros de la propia Jade.