Segundo Campeonato del Mundo de Baloncesto para España en un continente dónde comenzó una magnífica era de trece años.
El oro no está en Moscú, está en China, y antes lo encontramos en Japón. Trece años después, el combinado nacional vuelve a proclamarse Campeón del Mundo. La exhibición ante Argentina pasará a los anales de la historia de nuestro deporte.
No solamente venció un equipo en el que los aficionados habían puesto pocas expectativas. Compusieron una obra del arte digna del Museo del Prado mediante tres técnicas que no quedan catalogadas como belleza del baloncesto: esfuerzo, talento y labor de equipo.
Es cierto que los inicios fueron dubitativos y las dudas no dejaron de emerger en un equipo que lejos de lanzar balones fuera, mejoró paulatinamente. El sentimiento a un equipo prevaleció a unos egos que gozaban de una gran temperatura gracias al gran trabajo de la segunda unidad en las Ventanas FIBA. Los Colom, Rabaseda o Arteaga forman parte un equipo campeón y exótico a la altura de la sede mundialista.
Selección Española de Baloncesto. Imagen vía: Twitter oficial de @BaloncestoESP
Todos ellos aceptaron que existían promesas convertidas en realidad como los Hernangomez y Oriola. También han realizado una labor espectacular jóvenes veteranos en su mayor estado de gracia como Marc Gasol, Rudy, Llull o Rubio. Todos ellos se han comportado como un grupo de amigos que siguen a rajatabla los planes del entrenador, Sergio Scariolo.
Si Pepu fue el precursor, el propio Sergio se ha convertido en un navegante de este glorioso barco que viaja cada verano recopilando tesoros durante diez años. Todo viaje sin punto fijo de partida lleva a nuestros orígenes y el nuestro ha sido en Asia. Se logró un nuevo oro fraguado a base de aumento de rendimiento paulatino.
Selección Española de Baloncesto. Imagen vía: Twitter oficial de @BaloncestoESP
Muchas críticas señalaron la falta de intensidad durante los primeros partidos. No podemos negarlo, pudieron dar mucho más, pero nunca se arrugaron. Al contrario, se dejaron ayudar en todo momento demostrando que cada fallo está realizado con la mejor de las intenciones. La batuta de Sergio terminó causando un rotundo encuentro ante Argentina. Nuestro hermano en términos de habla eran nuestro espejo, ya que su camino hacia la batalla final se fraguó del mismo modo.
Todo hacía entrever una batalla en la que los hospitales iban a estar llena de tremendos sufridores. Nada más lejos de la realidad, la bandera española fue agitada con mayor contundencia convirtiendo la rudeza de este deporte en arte. Quizás la derrota pudo ser demasiado abultada por el gran sacrificio argentino, pero que no se preocupen, las derrotas más dulces forman el prólogo de las mejores victorias.
Imagen principal: Twitter oficial de @Baloncesto España
Por Victor Rivilla
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