La victoria del monegasco y la maniobra temeraria de Vettel fueron la gota que colmó el vaso en un equipo Ferrari que alternará sus roles.
Monza ha tenido sus mejores fiestas durante la semana anterior. No solamente renovó su compromiso con la Fórmula 1 hasta 2024, sino que sus aficionados han saboreado una victoria del equipo Ferrari que marca un gran futuro en la escudería.
Charles Leclerc logró la segunda victoria de su corta trayectoria deportiva después de haber sostenido durante gran parte de la prueba a los dos Mercedes. De este modo, la afición italiana coloreó perfectamente de rojo pasión las gradas con un matiz de alegría ante la llegada del líder deseado.
Afición de Ferrari. Imagen vía: Twitter oficial de la Scuderia Ferrari
La otra cara de la moneda la ha puesto el compañero del monegasco triunfador, Sebastian Vettel. Parecía que había retomado el rumbo de su carrera profesional. Sin embargo, olvió a sumergirse en el fango más oscuro delante su afición
Después de haber cometido un trompo como error cotidiano de carrera, se incorporó de forma temeraria a pista llevándose por delante a Lance Stroll. Lejos de recibir una descalificación, tan solo recibió un stop and go. Sin embargo,todo el paddock se ha hartado de sus actitudes durante los últimos años.
Era bien sabido que su pérdida del rango de piloto estrella era cuestión de carreras. Su compañero le ha superado claramente, ha cometido fallos de novato en Baréin y Gran Bretaña, y sus pataletas de niño pequeño en Canadá ya eran razones de peso para pedir un nuevo compañero para Charles. Para colmo de los males, subió un escalón más en su decadencia como piloto.
Sebastian Vettel. Imagen vía: Twitter oficial de la Scuderia Ferrari
Es cierto que esta situación ha sido aprovechada por aficionados españoles para pedir la llegada de Fernando Alonso ante la caída del "salvador" que fichó Arrivabene. Si tiramos de objetividad, podemos concluir que Vettel atesora un gran talento. Por lo tanto, debe haber detrás una razón que responda a dicho fracaso.
En mi humilde opinión, la presión aumenta que tiene peores armas que sus contrincantes. Este hecho causa errores poco habituales ante su pilotaje. Entonces, podemos definir que el germano ostenta gran tolerancia a la frustración.
Aún está a tiempo de revertir su carrera deportiva, pero debe usar toda la humildad y el trabajo en silencio que invirtió para tener en su día a la Fórmula 1 en sus pies. Sin duda, este deporte le necesita. Por el momento, ha cedido la corona.