Solo queda un mes para las elecciones generales y los mítines abundan más que los afiliados a la plataforma Netflix. De todos los discursos que conforman la corta, pero intensa campaña electoral, las más polémicas y por tanto, más morbosas para los medios de comunicación son las del líder de VOX, Santiago Abascal que defiende el uso de las armas o ha propuesto cómo cabezas de partido a cierto individuo que justifica el holocausto judío.
En medio de esa polémica, el líder de extrema derecha dará un mitin electoral en Ciudad Real, concretamente en una de las sedes centrales de la UCLM (Universidad de Castilla la Mancha), lo que ha supuesto el enfado por gran parte de los estudiantes y el planteamiento del boicot del acto por parte de otros.
Ante esta situación, es necesario preguntarse: ¿es correcta la realización de un boicot al acto y que motivo tienen para ponerse a dicho evento político? Bueno, el parainfo es un escenario público de la universidad pública regional para fines meramente académicos, y no políticos. ¿Imagináis que Pablo Iglesias da un discurso político en la Universidad Complutense de Madrid? ¿Dónde queda la objetividad de esa institución?
Lo mismo que incluir lazos amarillos en escenarios públicos supone quitarle objetividad a las instituciones que se encuentran al servicio de los amarillos, usar escenarios públicos para dar un mitin, y no, no es lo mismo hacer campaña en escenarios emblemáticos como La Plaza del Pilar en Ciudad Real o Tendillas en Córdoba que en una institución del Estado que recibirá subvenciones por permitir que de a conocer su programa político y sus quejas hacia otros partidos.
Dicho de otra forma, no se mezclan cultura o educación con política y para colmo, si es en un lugar de todos. ¿Qué pasa, que nos quejamos de que Quim Torrá pone lazos amarillos en lugares gubernamentales, pero no pasa nada si damos a conocer nuestra ideología política en un escenario destinado para otros fines?
Muchos estudiantes se quejan por esta de las miles de contradicciones que surgen entre las miles de fuerzas políticas y dicha indignación va "in crescendo" si se trata de VOX, ese partido de color verde que busca el enfrentamiento social hacia las mujeres, inmigrantes, homosexuales y transexuales.
De este modo, muchos universitarios exaltados se sienten tentados con reventar el acto para derrocar el fascismo que tanto desean exterminar. Es comprensible su enfado porque preocupa que ascienda un partido que promueve tanto rechazo social, pero un escándalo de este tipo supondría darle más alas a nivel mediático. ¿Y por qué ocurriría esto?
Pues por una razón muy sencilla: un sabotaje estudiantil coparía las portadas de los principales medios de comunicación dejando entrever que no se estaba respetando la libertad de expresión y que la izquierda es intolerable y dicha imagen supondría que mucha gente simpatice con esa derecha que es una piedra en el camino.
Está claro que no todos los partidos políticos deben presentarse a las elecciones puesto que la libertad de expresión llega hasta donde se empieza a faltar el respeto a los derechos humanos, pero un acción ofensiva tan directa supone dar publicidad y por desgracia, los votos se basan en el márketing y no en el talento y si se quiere arrinconar a los "líderes" que intoxiquen la convivencia democrática más de lo que está, se debe protestar evitando una mayor repercusión. Resulta complicado, pero es uno de los retos que debe afrontar el ciudadano que de verdad quiere cambiar las cosas.