El nuevo entrenador de la selección española, Luis Enrique, sigue sorprendiendo a propios y extraños convocando a gente por sus méritos en el campo independientemente del nombre que tengan, edad en el DNI y equipo en el que jueguen.
De este modo, al seleccionador asturiano no le ha temblado el pulso en descartar a Isco y a Saúl y en llamar a Sergio Canales, a otros veteranos como al campeón del mundo Jesús Navas o a Jaime Mata, delantero centro del Getafe.
Este último ha sido el caso que más revuelo social ha causado y no, no es porque él ha recibido la llamada antes que otro jugador, sino por su lanzamiento mediático debido a recibir la llamada internacional a los 30 años en el año de su debut en la división de honor del fútbol español y para colmo, habiendo tenido una progresión digna de un jugador en el Modo Trayectoria en el FIFA, ya que empezó en la tercera división, ascendió a equipos filiales como el Rayo B en la división de bronce, ascendió al fútbol profesional al haber cumplido un cuarto de siglo y en plena treintena, ya se ve en la élite y para colmo, vistiendo la rojigualda.
Dicho ascenso ha sido catalogado una "increíble historia de superación" cuando simplemente es el crecimiento natural de un jugador que va mejorando año tras año su rendimiento para conseguir su objetivo.
Pero claro, aquí parece que los medios y los aficionados han cogido la mala costumbre de establecer un único camino para llegar a la élite que no es otro que romperla desde los 10 años, entrar en una escuela deportiva como "La fábrica" o "La masía", deslumbrar en la élite con 20 y ganar el Balón de Oro a las 25 primaveras.
No, está claro que no. Jugadores prodigio como Messi, Ronaldo o Ronaldinho salen una vez cada 20 años, hay otros jóvenes que prometían como Bojan, Reyes o Alberto Rivera y que no tuvieron una trayectoria de oro o algunos que dieron su máximo potencial en la treintena como Pirlo, Modric o Aduriz.
En resumidas cuentas, la evolución del rendimiento del jugador no sigue una norma física fija, sino que las lesiones, estado de forma, motivación y adecuación del equipo a su características también marcan la diferencia y además, no a la cantera de un grande a los 18 años y empezar a forjarte como jugador en el equipo de tu pueblo no es sinónimo de fracaso.
La formación es buena en ambos casos y en ambos escenarios se puede destacar. Lo mismo que Busquets pasó de tercera en el Barcelona B a internacional con Del Bosque en menos de un año, Helguera vio cómo cambiaba la zamarra del Manchego de Ciudad Real a la lujosa camiseta perica del Espanyol.
Y como Jaime y Helguera hay muchos casos y se descubrirían más futbolistas en el fútbol amateur si los medios de comunicación les dan el impacto social porque el fútbol es un deporte que está hasta en los rincones más insospechados y cada lugar esconde un mago con un balón, pero si no les hace ver, difícilmente pueda triunfar. Por lo tanto, empezamos a tomar el caso de Jaime Mata como algo normal y no extraordinario.