Ayer acabé mi primer periodo de prácticas que duró un mes y medio. Desde mi punto de vista, mi primer contacto con la docencia ha sido satisfactorio porque mi tutor me ha puesto una calificación de sobresaliente gracias a mi trabajo en el aula y además, me he ganado a pulso el cariño de mis compañeros y sobre todo, de mis alumnos. Sinceramente, no esperaba el recibimiento, el trato y la despedida que me brindó el alumnado, ya que nunca había recibido tantos elogios.
Me conformaba con no ser ese tipo de maestros que caen mal y son el ejemplo perfecto de lo que no debe hacer un profesional. Era consciente de que podía tener una mala reputación por mi nula experiencia impartido docencia. Por ello, la noche anterior a mi primer día de prácticas, no dormí nada.
Al día siguiente, me estrené en una clase de 2º infantil, ya que tenía que pasar por todas las clases durante la última semana de septiembre para conocer la evolución del alumnado y de los métodos de enseñanza en cada uno de los cursos.
Mi estreno fue estupendo, ya que vi como más de una docena de alumnos se acercaban a mí y me contaban millones de cosas. Sin duda, ese hecho marcó un punto de inflexión porque me di cuenta que podía hacer un buen trabajo durante ese mes y medio de prácticas.
Fueron pasando los días y fui cogiendo más confianza a la hora de trabajar con los niños. Me di cuenta que cuántos más mayores eran los alumnos/as, más cómodo me sentía. Un buen ejemplo de ello fue que en 5º y 6º Primaria hablaba con los chicos sobre sus gustos y aficiones, mientras que mi frustración fue enorme en la clase de 1º infantil cuando los niños lloraron como si de una sinfonía de Beethoven se tratase y no sabía responder ante esa situación.
Además, vi como las maestras de segundo y tercero de Infantil y de 1º de Primaria solían cantar y bailar con ellos para que el aprendizaje fuera más divertido para ellos. ¿Qué me ocurre?, que a mi no me gusta bailar y cuando he tenido la ocasión de hacerlo, el resultado de esta acción siempre ha sido más esperpéntico que el papel del Real Madrid en su último partido contra el F.C. Barcelona.
De este modo, tuve claro que quería dar clase a los alumnos más mayores del colegio. La verdad es que me costó elegir el curso, pero finalmente me decanté por 5º Primaria. Esta elección la tomé
pensando en mi futuro a medio plazo.
En ese momento, recordé mi segundo periodo de prácticas va a ser de cuatro meses, por lo que el curso asignado estará en 6º Primaria y yo conocería perfectamente la dinámica de trabajo del grupo, por lo que la programación didáctica estaría hecha adaptada al alumnado.
El mes que he pasado con los chicos ha sido inolvidable para mí. He compartido actividades realizadas con ellos fuera del centro, por ejemplo, "la semana de la ciencia" o "bienvenido al planeta de Mr Iglú" y he dado mis primeras clases.
Con respecto a mis sesiones, puedo sacar un aspecto positivo y otro negativo. Por un lado, estoy satisfecho porque me he sentido seguro de mi mismo a la hora de dar clases magistrales y he tenido la capacidad de captar la atención del alumnado sin tener que llegar al conflicto. Por otro lado, siento que no he medido correctamente el tiempo a la hora de programar actividades porque tenía la ilusión de hacer muchas actividades, pero algunas no pudieron ser realizadas.
En definitiva, si tuviera que evaluar mi estancia en el CEIP Gonzalo de Berceo, no dudaría de calificarla con un sobresaliente porque el trato del alumnado y del profesorado ha sido espectacular. De este modo, estoy deseando volver el año que viene a este centro a dar clase, compartir recreos con las señoritas de Infantil y a compartir historias personales con mi tutor. Es cierto que debería irme a otro colegio para seguir aprendiendo de otros docentes, pero estoy deseando volver y sentir el calor de la gente.
Por lo tanto, voy a escribir lo que le dije a los chicos cuando me despedí: "muchas gracias y hasta pronto".