El cambio de gobierno en España siempre ha supuesto la aparición de una nueva ley educativa, lo que siempre ha generado inestabilidad en el ámbito de la enseñanza, ya que el partido de turno siempre se cierra en torno a un enfoque pedagógico.
El nuevo gobierno socialista liderado por Pedro Sánchez no ha sido la excepción, ya que la ley Celaá, que lleva el nombre de Isabel Celaá, actual ministra de Educación, aprueba la obtención del título de Bchillerato teniendo una materia suspensa. Isabel ha defendido esta ley, ya que declaró para el periódico español EL MUNDO que "el peor castigo que puede tener una persona es la rebaja de la autoestima".
Honestamente, mucha gente ha conseguido el título de Bachillerato aunque tenga alguna asignatura por debajo del 5, pero claro, ha sido posible porque han sacado 4,5 o 4,9 y el resto de sus calificaciones han sido brillantes. De este modo, es cierto que la autoestima es importante porque sería una varapalo no hacer la selectividad por quedarte a una décima en algún área que no domines.
Pero claro, una cosa es que compensar tu esfuerzo y otra bien distinta es que sacar el Bachillerato, etapa educativa vital para tu futuro académico y profesional, sea más fácil que tener mayor cantidad capilar que Don Limpio.
Es cierto que "solamente" puedes suspender una asignatura para obtener el ansiado título, pero esta medida incita a que la persona matriculada en aquella materia troncal que odia o en aquella optativa que eligió porque no tenía otra, se va a esforzar menos que Maluma en componer música educativa.
Por lo tanto, es injusto que esa persona pueda tener la opción de acceder a estudios universitarios teniendo un 2 o un 3 en una materia de Bachillerato, ya que ha mostrado una actitud bochornosa en una etapa voluntaria, lo que implica estudiar y darlo todo porque estás estudiando un rama acorde a tus intereses personales y/o profesionales.
En definitiva, el descontento de muchas personas hacia esta política educativa y las anteriores es grande por dos motivos. El primero es que estas modificación implica que los vagos tengan más facilidades para acceder a unos estudios universitarios en el que su nivel de fracaso sería mayor que el de España en Eurovisión.
El segundo es que tanto cambio de ley está provocando inestabilidad, por lo que los docentes se ven obligados a cambiar el rumbo con mucha frecuencia, por lo que aumentan las dificultades para enfocar la educación del alumnado. Este hecho provoca que mucha gente preocupada por la actual situación de la enseñanza esté esperando como agua de mayo un pacto educativo que sea tan infranqueable como la Constitución Española.