Capítulo 43: “Disfruta el momento”



Armando empezó a reír por no llorar porque las chicas habían descubierto lo que quería hacer Javier. Esa pregunta de Ainara le ponía entre la espada y la pared porque si se hacía el tonto, perdería para siempre todas las posibilidades de recuperar a su amada, pero no traicionaría a un amigo Javier, y más aun recordando que terceras personas perjudicaron su amistad.
Sin embargo, él le prometió contarle todo y mostrarle toda la confianza para poder recuperarla, ya que necesitaba algo para recuperar puntos. Necesitaba mostrarle que la quería y por ello, delató a su mejor amigo y dijo: “si, le pidió hacerle un masaje a Ainara para intentar ligársela, ya que notó que ella le seguía el rollo”.
Las caras serias de Ainara y Marina lo decían todo y encima no recibió un gesto de buena voluntad por parte de su amada, por lo que se percató de que se había equivocado y más aún cuando Marina dijo: “será cabrón, ahora entiendo por qué me dio largas y encima con Amanda, menuda falsa de mierda”. En ese momento, llegó Javier con dos Radler y dijo su frase mágica: “Chicos,  ¿un futbolín?”
Ainara, bastante decepcionada porque no esperaba que Javier le dijera a Marina toda la verdad sobre su rechazo, dijo entre dientes: “si, vamos”.
Armando se puso en la delantera y Ainara se colocó atrás, esa partida les servía de entrenamiento para el torneo que se estaba disputando en el pub “El impacto”, ya que necesitaban remontar puestos en el campeonato.
Se sacó la primera bola, pero la cogió Ainara y fruto de la rabia que tenía, metió un golazo que ni olió el oponente. Entre el nerviosismo de Javier y la inexperiencia de Marina, la pareja Armando-Ainara ganó 7-0.
Al acabar, Armando no soltó su fanfarronada ni les obligó a pasar por debajo de la mesa por no haber marcado ningún gol y Ainara no saltaba de alegría a pesar de haber marcado tres goles.
Esa situación le preocupó a Javier, pensando que había conspiraciones contra él, pero claro, tampoco se debía pensar mal siempre porque es imposible que todos fueran enemigos, así que le preguntó a Armando si ocurría algo porque no vio euforia a pesar de haber ganado por paliza la partida, a lo que él le respondió: “tranquilo, no pasa nada, estábamos concentrados en la partida y por eso, no dijimos nada”.
Javier dijo: “vale, yo te creo, pero no me fío de ellas, que no es la primera vez que me la lían y este silencio no es normal”. Armando se quedó callado, sabía que había mentido a medias porque él no estaba molesto con su colega, entendía que tenía ganas de estar con una persona y por ello, tenía que rechazar a Marina, pero no tuvo la suficiente personalidad de defenderlo.

El silencio se podía cortar con un cuchillo, al contrario de lo que le ocurría a Luis. Acabó su primer año de forma exitosa porque sus notas en Filología inglesa fueron excelentes (a excepción de su suspenso en l materia de Latín), había empezado a saborear las fiestas universitarias y había tenido sus primeros besos con los chicos.
Sin embargo, su primer beso fue inolvidable, concretamente el de Pablo, se pudo percatar de que este chico diferente porque pensaba en disfrutar con él paseando, riendo y charlando, además de besarle, por lo que se percató de que estaba enamorado de él. Tuvieron dos encuentros más, uno en Almagro y otro en Barcelona cuando fue a ver el musical “El rey León. Optaron por cortar la relación y quedar como amigos porque Luis le dejó claro que el amor a distancia no funciona y más aún a estas edades en las que hay mucha gente por conocer. Pedro lo aceptó y Luis siguió disfrutando de la vida.
Entre tantos chicos con los que ligó, tuvo buena armonía con un chico rubio y fornido llamado Miguel. Nació en Murcia y se vino a Almodóvar del Campo porque su padre empezó a trabajar en la refinería de Repsol.
Cuando vino a tierras manchegas, estaba con una chica murciana, pero esa relación a distancia se rompió porque ambos sufrían. Posteriormente, se dio cuenta que también le gustaban los hombres cuando se enamoró de un chico, pero su relación con él fue un fracaso porque sufrió infidelidades durante un año.
Por ello, no quería meterse en una relación con Luis porque estaban abiertas las heridas, pero no iba a estar toda la vida de luto, así que optó por quedar con él porque siempre es bueno conocer otras personas.
Quedaron a las 7 y media en la Fuente Agria para jugar al futbolín. Luis no quería ir a eso porque estaba harto de ver partidas en la pandilla, pero Miguel le propuso enseñarle a jugar, a lo que Luis pensó: “buena idea, me enseña trucos imposibles, con ellos ganaré y cerraré la boca a ese atajo de egos deleznables”.
 Tras una hora intensa de partidas en las que Miguel le invitó por ser un caballero, Luis aprendió bastante y tenía ganas de aplicar su talento en un futbolín en la quedada que haríamos para despedir a Raúl porque se iba al ejército. Además, decidió que no pondría ningún euro al futbolín porque tenía unas capacidades para el futbolín tan buenas que merece que le paguen para tener un compañero como él.
Mientras Luis se sentía el rey del futbolín, Miguel le propuso dar una vuelta por el pueblo. Mientras se dirigían  se encontraron a Jade y a su familia saliendo de “Zara”, a lo que Luis se alegró  y pensó: “siempre que Jade me ve con un chico, es una persona con la que tengo intenciones serias”.
Siguieron pateando la ciudad y tras haber visto los últimos juegos de la PS4 en “Game Stop”, Miguel dijo: ¿Por qué no cenamos pizza en “el leñador”? Luis dijo que si encantado. Saborearon una pizza barbacoa y tras sentirse llenos, Miguel le dijo: “¿A dónde quieres ir?, a lo que Luis le dijo: “me da igual, donde quieras”.
Miguel le respondió: “cojo el coche, vamos a mi casa y echamos un “Call of Duty”.
Luis se sintió en duda, por un lado quería porque sentía que su primera vez fuera con Miguel, pero quería hacerse el difícil y si decía que sí, se verían sus intenciones. Se quedó pensativo un rato, por lo que el murciano le dijo: “que no te de vergüenza, solo es echar una play, que no soy tan promiscuo como otros”. Eso le sorprendió a Luis, así que aceptó su propuesta.
Llegaron a la casa de Miguel, se puso cómodo y cogió un pijama con el que se marcaban todos sus músculos trabajados en el gimnasio. Luis se percató de que Miguel estaba más bueno de lo que pensaba, pero que tenía que mostrarse sereno, así que le pidió que encendiera la play. Miguel le dijo que no se estresara, que ya iba. Pero mientras se acercaba a poner el Call of Duty, sintió las mismas ganas que Luis de hacer el amor, así que, con la voz entrecortada dijo: Luis…