Análisis de "1898: los últimos de Filipinas"

Que me gusten las series y novelas históricas no es una sorpresa para la gente que me lleva leyendo más de un año, por ello, cuando no estuve ocupado, vi una película histórica llamada "1898, los últimos de Filipinas". Gracias a este largometraje, pude ver un retrato sobre como más de medio centenar de soldados españoles trataban de resistirse a que el imperio español se disolviera en tierras filipinas, concretamente, en el "sitio de Baler".
Resultado de imagen de 1898 los ultimos de filipinas Me gustó el reparto hecho por el director de cine Salvador Calvo porque combinó a la perfección a actores veteranos y consolidados en el cine español, ya sea Luis Tosar (el teniente Martín Cerezo, Carlos Hipólito (el doctor Rogel Vigil) y Javier Gutiérrez (un soldado psicópata que le enviciaba matar, concretamente el sargento Jimeno) con otros jóvenes, por ejemplo, Ricardo Gómez (Soldado José), Álvaro Cervantes (Soldado Carlos) y Patrick Criado (Soldado Juan) porque demostraron la calidad de interpretación de ellos mismos.
No se trata de una película basada en las batallas épicas que refuerzan el sentimiento patriótico, sino una versión innovadora sacada en 1945 con el mismo título que esto para mostrar la convivencia de más de medio centenar de soldados españoles que buscaban salvar el deterioro definitivo del imperio español como el teniente Martín Cerezo, quien tenía el fin de conseguir prestigio en el ejército mientras que otros querían finalizar cuanto antes su andanza militar en Filipinas, ya que fueron obligados a estar en la resistencia en Baler porque no tenían el dinero suficiente para librarse de coger las armas, por ejemplo, el soldado Carlos procedente de Extremadura que tenía el sueño de entrar en la escuela de arte.
Sin embargo, las batallas entre filipinos y españoles eran mínimas puesto que Salvador se centró más en plasmar los pésimos 337 días que pasaron los soldados por diferentes razones, entre ellas, la enfermedad de beri beri por la escasez de comida, por ello, el loco sargento mató al perrito del capitán Enrique de las Morenas (Eduard Fernández) para satisfacer las necesidades de comer o los escasos recursos que garantizaban una aplastante derrota por parte de la resistencia, por ello convivieron en una Iglesia con una condiciones paupérrimas .
Mientras tanto, otros, como el fraile franciscano que era una autoridad en Filipinas, es decir, Fray Carmelo (Karra Ejejalde) y el soldado Carlos satisfacían sus necesidades fumando los porros que el fraile conseguía en sus misiones del mundo oriental. Entre tantos porros compartidos, pude ver como el personaje que interpretaba Álvaro Cervantes mostraba sus sentimientos de miedo a no poder cumplir sus sueño de pintor por morir en la resistencia al duelo para conseguir el dinero suficiente que le permitiera entrar en su escuela.
Vimos como el dinero era fundamental porque la mayoría los soldados jóvenes combatían en una guerra que no querían estar, excepto uno de ellos, concretamente el soldado Juan que se pasó al bando filipino. Pienso que este personaje fue uno de los que más me marcó, cuando dijo que no iban a morir por España, sino por gilipollas.
Considero que esa es la frase más importante del largometraje porque indica como los medios de comunicación de la época querían manipular a los jóvenes con sentimientos de patriotismo para que se atrevieran a entrar en una guerra absurda, ya que EEUU había intervenido en su día para finalizar el declive del imperio español.
Es cierto que a mucha gente no le gusta oír esa frase porque deja a mi país en mal lugar, pero veo necesario que se emitan este tipo de pelis históricas para que la gente conozca la realidad de la época que les permita no cometer los errores del pasado en pleno siglo XXI.
A pesar de que los superiores al teniente Martín e incluso los mismos filipinos pedían la rendición, el grupo de resistencia en la Iglesia se negaba a ello. Allí se retrata la cabezonería española, que por un lado considero correcta porque por un lado hay que cumplir el deber del ejército, aunque duela, por ello, el teniente quiso vender cara su derrota, llegando a no creerse la veracidad de las noticias y rechazando cualquier propuesta de rendición su mayor acompañante en la isla, el soldado Carlos.
Finalmente, algunos soldados, entre ellos José, quisieron desertar, pero claro, fueron pillados por el sargento loco (a uno de ellos le cortó un brazo) y asesinados mientras dormían en el calabozo una noche antes de que el teniente confirmara el final de la convivencia en Baler porque llegó a creerse que Filipinas no pertenecía a España, ya que empezó a leer que una noticia confirmaba que iban a destinar a su compañero a Málaga.
En ámbitos generales, está claro que el antibelicismo es un tema que esta presente a lo largo de la obra, pero creo que es más importante como los personajes más destacados se debatían entre apostar por la solución más fácil o por el sentido del deber que obligaba a no traicionar a los compañeros que además de haberlo visto en el teniente, lo visualicé cuando Carlos fue rescatado por la resistencia filipina y con ellos descubrió que estaban en una guerra sin sentido y a pesar de ellos, siguió acompañando en la penuria a sus compañeros.
En definitiva, creo que ha sido una película magnífica que permite conocer mejor la historia de España y si tuviera que decir un aspecto negativo a la misma, diría que se alargó demasiado porque desde el principio supe los valores que pretendía mostrar.

Bueno, espero que os haya gustado esta entrada, un saludo.